
Como ya hemos comentado con anterioridad, nuestra meta aquí en la tierra consiste en crecer y evolucionar espiritualmente hasta llegar a abrirnos camino hasta el lugar desde el que partimos hace muchos eones. A fin de ayudarnos en este viaje en el que pasamos por tantas vidas, nos encontramos con obstáculos y dificultades a superar. No importa que fracasemos en estos desafios sino cómo respondamos ante las dificultades.
Cada uno de nosotros tiene la libertad de elegir cómo pensar, cómo sentir y, finalmente, cómo actuar. Qué pensamos es lo único sobre lo que tenemos el completo control en nuestras vidas.
Nadie nos puede decir qué debemos pensar. Cuando nos encontramos ante cualquier tema o cualquier circunstancia en nuestras vidas solo tenemos dos opciones:
- Podemos elegir enfrentarnos al problema con amor y compasión de manera que satisfaga al máximo posible a todas las partes implicadas.
- O podemos elegir reaccionar con las más bajas de nuestras emociones: miedo, prejuicios, celos y odio. La decisión es solo nuestra.
"No podemos elegir nuestras circunstancias externas pero siempre podemos elegir cómo respondemos ante ellas."
Lo que suele ocurrir cuando nos enfrentamos a estas decisiones y dilemas con frecuencia dificiles es que evitamos la responsabilidad y volvemos a colocarnos en piloto automático. Permitimos que nuestra mente inconsciente decida el mejor camino pero ella solo dispone de los recuerdos y de la programación del pasado para decidir qué camino tomar, en vez de la inspiracion proveniente de la divinidad.