“Pronta resignación” es una frase que suele compartirse en momentos de luto y pérdida. Introducir el término “reasignar” en este contexto nos permite atribuirle una nueva emoción a la pérdida, transformarla y hacerla más llevadera.
Al atravesar momentos difíciles, desarrollamos recursos internos que no sabíamos que teníamos: paciencia, coraje, claridad, empatía. Esa es fortaleza real. El sufrimiento compartido genera compasión. Las heridas bien vividas nos hacen más humanos, menos rígidos, más capaces de comprender al otro. Volviendo al arbol, esta compasión nos protege de la densidad que vuelve la corteza oscura.
La jardinería requiere remover la hierba mala para embellecer la tierra, de la misma manera nosotros necesitamos deshierbe emocional para florecer mental y emocionalmente.
Aun cuando no recordamos cada evento de nuestra infancia, llevamos grabadas las emociones que aprendimos, lo que sentimos, amamos, disfrutamos.