
No todo lo que parece compromiso, lo es. A veces, detrás del “me gusta que las cosas salgan bien” se esconde un nivel de exigencia que te deja agotada.
En este episodio hablamos del perfeccionismo que se vende como virtud, pero que en realidad te come el disfrute, la energía y la capacidad de avanzar.
Ese que te hace revisar 15 veces un post antes de publicarlo, postergar decisiones por miedo a no estar lista, o exigirte resultados imposibles como si fueras una máquina.
También diferenciamos el perfeccionismo funcional del que te sabotea. Porque una cosa es querer hacer las cosas con criterio, y otra muy distinta es vivir atrapada en la idea de que si no es perfecto, no sirve.
Si tenés la sensación de que nunca es suficiente, este episodio te va a dar algunas preguntas incómodas (pero necesarias) para empezar a desarmar esa trampa.