
Resulta sorprendente para muchas personas ajenas a la dermatitis atópica grave, pero quienes la sufren, a menudo lidian también con la ansiedad, la depresión e incluso la ideación suicida.
Iniciamos esta segunda temporada sin paños calientes, hablando con honestidad de lo duro que es tocar fondo, pero también del alivio tan enorme que es ver salir de nuevo el sol.
Lo hacemos con dos pacientes admirables: Iván Pedraja y Janaína Sánchez, que comparten con nosotros parte de su
historia.