
(Este episodio fue grabado en mayo 2021 para el grupo privado de Maternidad Luminosa)
La muerte de un ser querido, animal o humano, es un rito de paso. Es una iniciación hacia la madurez, de comprensión profunda de la vida en la Tierra. Y la muerte de mi gata Agnes hace 2 años y medio me inició y me hizo ver que cuidar la vida es también saber cuidar la muerte. Y que la muerte te trae información profunda sobre cómo cuidar mejor la vida. Y que yo no había sabido cuidarla del todo bien, había pasado por alto muchas cosas vitales, esenciales para mejorar nuestro vinculo, y una de ellas era la comunicación animal.
Me acuerdo el día después de la muerte de Agnes que miré al mundo con sus coches y gentes, y pensé: “Este es el mundo sin ti.” El mundo estaba vacío, mucho más vacío. Había ruido de la ciudad, pero yo podía oír mi corazón latir. Solo después entendí que estaba mirando un mundo viejo. Un mundo que ya no estaba, y que, a la vez, en el plano invisible, estaban expandiéndose otros mundos sutiles para conformar un nuevo universo.
Pasito a paso, pero estaba pasando ya, en muchos niveles.
La muerte de alguien tan especial es una entrada a lo grande a las partes nuevas, desconocidas de tu Ser que te ayudarán también a experimentar y trascender las propias muertes simbólicas, metafóricas por las que pasamos durante la vida. Una de esas propias muertes simbólicas es ser madre por primera vez. La segunda es serlo por segunda vez...
De hecho, cada evento traumático, como puede ser la separación de tu pareja, perder el trabajo, una enfermedad, un accidente, ir a vivir a otro lugar es una invitación a la transformación, a la expansión porque en el nuevo mundo tu viejo Yo ya no sirve. Hay que abrirse, hay que cruzar fronteras, atravesar muros internos y externos que nos quieren muy pequeñas en esta vida que es inmensa...