
No puedes sanar lo que no estás dispuesto a traer a la luz. Todos cargamos con heridas, pecados o luchas que tendemos a ocultar, pero la oscuridad nunca trae libertad, solo cadenas más profundas. La Biblia enseña que cuando confesamos y caminamos en la luz, Dios perdona, limpia y restaura (1 Juan 1:9; Santiago 5:16). La luz de Cristo no expone para condenar, sino para sanar. En este mensaje reflexionamos sobre el peligro de esconder lo que nos duele, el poder de la confesión y cómo la vulnerabilidad abre la puerta a la verdadera libertad. La sanidad comienza cuando damos el primer paso hacia la verdad.