
Despreciar lo que no puedes controlar no es resignación. Es presencia.
Este episodio es un manifiesto contra la ilusión moderna del control total. Una llamada a reenfocar la ambición, sostener lo esencial y rebelarse —no desde el odio, sino desde la claridad.
Porque la vida no pregunta. Y lo único que te pertenece… es lo que haces.