
Eso de llegar temprano no es para mí, ya muchos años lo hice cuando nos íbamos de gira con la orquesta. Andábamos por toda la República, yo nomás acompañándolos, ni te creas que tocaba un instrumento. O a lo mejor sí . . . me dice haciéndome un guiño. Sí, ya sabes, yo era la querida de uno de los músicos, y por eso me llevaba a todas partes, además de que su jefe, el mismísimo rey del mambo, andaba detrás de mis huesos. Quizá debí haberle echo caso a ese y me hubiera hecho su mujer, la reyna del mambo ¿qué tal he? ¡A poco no se oye bonito?