
Eduardo de la Cruz y Gonzalo Marull nos llevan de viaje por la tierna infancia. 
Hoy vamos a recordar. Vamos a volver a pasar por el corazón. Realizamos un vuelo imaginario al pasado. La infancia decide, dijo alguna vez Deleuze. Y en este vuelo imaginario viajamos a esos años en donde el cine, leer o ver televisión era un ritual propio de nuestro despertar al mundo. Donde comenzamos a entrenar esa mirada capaz de maravillarse, de sorprenderse. Esa mente que se incendiaba de curiosidad. La imaginación es el nervio de la vida, y la entrenamos desde nuestra más tierna edad. Hoy vamos hacia allí, a la infancia.