
Llegamos a Suiza, atravesamos lagos, montañas y cantones. Volamos en parapente muy cerca del cielo, nos gusta el riesgo. El aire fresco nos da en el rostro, aprendemos tres idiomas, comemos chocolate, visitamos a Roger Federer y a la vaca lila de Milka… Estamos en Suiza ante una cartografía fronteriza, y no podemos dejar de pensar en un señor bonachón de barba blanca que vive en una cabaña y todo lo puede. Estamos en Suiza, abuelito dime tú, que sonidos son los que oigo yo…