En el colegio hemos aprendido un montón de cosas que en la vida adulta son completamente diferentes. Trabajar, existir en redes sociales, ganar dinero o comportarnos en función de nuestra clase y nuestro género; todo eso es político. Hemos aprendido que la política es eso que sucede en los congresos y no una herramienta popular que nos pertenece para satisfacer nuestras necesidades. En cada momento de lo cotidiano, hay una pequeña revolución. Y aunque nuestra sensación sea que todos los días estamos luchando una guerra que no estamos ganando, lo importante es participar.
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En el colegio hemos aprendido un montón de cosas que en la vida adulta son completamente diferentes. Trabajar, existir en redes sociales, ganar dinero o comportarnos en función de nuestra clase y nuestro género; todo eso es político. Hemos aprendido que la política es eso que sucede en los congresos y no una herramienta popular que nos pertenece para satisfacer nuestras necesidades. En cada momento de lo cotidiano, hay una pequeña revolución. Y aunque nuestra sensación sea que todos los días estamos luchando una guerra que no estamos ganando, lo importante es participar.
Cuando se habla sobre drogas es difícil encontrar un espacio intermedio entre la criminalización y la apología, entre el estigma y la romantización. Pero el consumo de estupefacientes es tan antiguo como lo es el ser humano y ha moldeado tanto su forma de pensar como la cultura. ¿Cómo determina el sistema en el que vivimos nuestra relación con las drogas? ¿Por qué diferenciamos entre drogas legales e ilegales? ¿Cómo podemos afrontar el conflicto social que surge del consumo?
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Lo Importante es Participar
En el colegio hemos aprendido un montón de cosas que en la vida adulta son completamente diferentes. Trabajar, existir en redes sociales, ganar dinero o comportarnos en función de nuestra clase y nuestro género; todo eso es político. Hemos aprendido que la política es eso que sucede en los congresos y no una herramienta popular que nos pertenece para satisfacer nuestras necesidades. En cada momento de lo cotidiano, hay una pequeña revolución. Y aunque nuestra sensación sea que todos los días estamos luchando una guerra que no estamos ganando, lo importante es participar.
