En el colegio hemos aprendido un montón de cosas que en la vida adulta son completamente diferentes. Trabajar, existir en redes sociales, ganar dinero o comportarnos en función de nuestra clase y nuestro género; todo eso es político. Hemos aprendido que la política es eso que sucede en los congresos y no una herramienta popular que nos pertenece para satisfacer nuestras necesidades. En cada momento de lo cotidiano, hay una pequeña revolución. Y aunque nuestra sensación sea que todos los días estamos luchando una guerra que no estamos ganando, lo importante es participar.
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En el colegio hemos aprendido un montón de cosas que en la vida adulta son completamente diferentes. Trabajar, existir en redes sociales, ganar dinero o comportarnos en función de nuestra clase y nuestro género; todo eso es político. Hemos aprendido que la política es eso que sucede en los congresos y no una herramienta popular que nos pertenece para satisfacer nuestras necesidades. En cada momento de lo cotidiano, hay una pequeña revolución. Y aunque nuestra sensación sea que todos los días estamos luchando una guerra que no estamos ganando, lo importante es participar.
Como hombres, la masculinidad es una cultura que nos ha sido impuesta y nos ha acompañado durante toda nuestra vida. La hemos visto en anuncios de televisión, en nuestros padres, en nuestros amigos, conocidos y en la sociedad en general, pero ¿Qué significa realmente? ¿Qué es eso que sucede entre la violencia machista y las nuevas masculinidades? ¿Cómo nos limita la teoría del privilegio? ¿Existe un término medio entre la machirulada y las male tears?
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Lo Importante es Participar
En el colegio hemos aprendido un montón de cosas que en la vida adulta son completamente diferentes. Trabajar, existir en redes sociales, ganar dinero o comportarnos en función de nuestra clase y nuestro género; todo eso es político. Hemos aprendido que la política es eso que sucede en los congresos y no una herramienta popular que nos pertenece para satisfacer nuestras necesidades. En cada momento de lo cotidiano, hay una pequeña revolución. Y aunque nuestra sensación sea que todos los días estamos luchando una guerra que no estamos ganando, lo importante es participar.
