Home
Categories
EXPLORE
True Crime
Comedy
Society & Culture
Business
Sports
History
TV & Film
About Us
Contact Us
Copyright
© 2024 PodJoint
00:00 / 00:00
Sign in

or

Don't have an account?
Sign up
Forgot password
https://is1-ssl.mzstatic.com/image/thumb/Podcasts115/v4/11/bb/49/11bb49d4-7b31-686f-7335-1421dc011cff/mza_17884489466915092561.jpg/600x600bb.jpg
Literal poesía y narrativa en podcasts
Giuliana Flor de María Llamoja
7 episodes
5 days ago
Literal Tu podcast sobre poesía y narrativa. Porque el arte no se limita a las categorías kantianas de espacio y tiempo, descarga cada una de estas entregas para escucharlas donde quieras, cuando quieras, y por qué no, con quién quieras. Literal en tus Apps de Podcast favoritas para no perderte ningún episodio.
Show more...
Books
Arts
RSS
All content for Literal poesía y narrativa en podcasts is the property of Giuliana Flor de María Llamoja and is served directly from their servers with no modification, redirects, or rehosting. The podcast is not affiliated with or endorsed by Podjoint in any way.
Literal Tu podcast sobre poesía y narrativa. Porque el arte no se limita a las categorías kantianas de espacio y tiempo, descarga cada una de estas entregas para escucharlas donde quieras, cuando quieras, y por qué no, con quién quieras. Literal en tus Apps de Podcast favoritas para no perderte ningún episodio.
Show more...
Books
Arts
https://d3t3ozftmdmh3i.cloudfront.net/production/podcast_uploaded_nologo/13926487/13926487-1617363814020-04cdcde9466c7.jpg
Martín Adán. La casa de cartón.
Literal poesía y narrativa en podcasts
3 minutes 40 seconds
4 years ago
Martín Adán. La casa de cartón.

Mi primer amor tenía doce años y las uñas negras. Mi alma rusa de entonces, en aquel pueblecito de once mil almas y cura publicista, amparó la soledad de la muchacha más fea con un amor grave, social, sombrío, que era como una penumbra de sesión de congreso internacional obrero. Mi amor era vasto, oscuro, lento, con barbas, anteojos y carteras, con incidentes súbitos, con doce idiomas, con acecho de la policía, con problemas de muchos lados. Ella me decía, al ponerse en sexo: eres un socialista, y su almita de educanda de monjas europeas se abría como un devocionario íntimo por la parte que trata del pecado mortal.

Mi primer amor se iba de mí, espantada de mi socialismo y mi tontería. «No vayan a ser todos socialistas...» y ella se prometió darse al primer cristiano viejo que pasara, aunque éste no llegara a los doce años. Sólo ya, me aparté de los problemas sumos y me enamoré verdaderamente de mi primer amor. Sentí una necesidad agónica, toxicomaníaca, de inhalar, hasta reventarme los pulmones, el olor de ella: olor de escuelita, de tinta china, de encierro, de sol en el patio, de papel del estado, de anilina, de tocuyo vestido a flor de piel —olor de la tinta china, flaco y negro—, casi un tiralíneas de ébano, fantasma de vacaciones... Y esto era mi primer amor.

Mi segundo amor tenía quince años de edad. Una llorona con la dentadura perdida, con trenzas de cáñamo, con pecas en todo el cuerpo, sin familia, sin ideas, demasiado futura, excesivamente femenina... Fui rival de un muñeco de trapo y celuloide que no hacía sino reírse de mí con una bocaza pilluela y estúpida. Tuve que entender un sinfín de cosas perfectamente ininteligibles. Tuve que decir un sinfín de cosas, perfectamente indecibles. Tuve que salir bien en los exámenes, con veinte —nota sospechosa, vergonzosa, ridícula: una gallina delante de un huevo—. Tuve que verla a ella mimar a sus muñecas. Tuve que oírla llorar por mí. Tuve que chupar caramelos de todos los colores y sabores. Mi segundo amor me abandonó como en un tango: un malevo...

Mi tercer amor tenía los ojos lindos y las piernas muy coquetas, casi cocotas. Hubo que leer a Fray Luis de León y a Carolina Invernizzio. Peregrina muchacha... no sé por qué se enamoró de mí. Me consolé de su decisión irrevocable de ser amiga mía después de haber sido casi mi amante, con las doce faltas de ortografía de su última carta.

Mi cuarto amor fue Catita.

Mi quinto amor fue una muchacha sucia con quien pequé casi en la noche, casi en el mar. El recuerdo de ella huele como ella olía, a sombra de cinema, a perro mojado, a ropa interior, a repostería, a pan caliente, olores superpuestos y, en sí mismos, individualmente, casi desagradables, como las capas de las tortas, jengibre, merengue, etcétera. La suma de olores hacía de ella una verdadera tentación de seminarista. Sucia, sucia, sucia... Mi primer pecado mortal...

Literal poesía y narrativa en podcasts
Literal Tu podcast sobre poesía y narrativa. Porque el arte no se limita a las categorías kantianas de espacio y tiempo, descarga cada una de estas entregas para escucharlas donde quieras, cuando quieras, y por qué no, con quién quieras. Literal en tus Apps de Podcast favoritas para no perderte ningún episodio.