
Al remontarnos a los tiempos en los cuales Jesús de Nazaret caminaba las polvorientas calles de Galilea es posible comprender a profundidad la razón por la que Jesús usó esta metáfora tan potente del buen pastor, tal como la había usado el Rey David al componer el Salmo 23; pues, en la cultura del oriente el pastor no era una figura netamente simbólica o una figura romántica que Jesús usó tiernamente para expresar su amor por los discípulos. Era una figura que expresaba entrega, pasión, cuidado y sacrificio.