
Julio 1°
“Sed agradecidos”
“Pues aunque conocían a Dios, no le honraron como a Dios ni le dieron gracias” (Romanos 1:21-LBLA). Esta es una de las grandes tristezas que el hombre ha hecho en contra de nuestro Dios.
Nuestras vidas están formadas por lamentos y celebraciones. Esto no solo es verdad para los grandes y significativos momentos de nuestras vidas; todos los días están marcados por momentos de tristeza y alegría. Diariamente, enfrentamos desafíos que nos desaniman y preocupan, pero también encontramos motivos para estar agradecidos y felices. Es en esta intersección entre la tristeza y la celebración donde nuestro verdadero amor y fe son expuestos.
Al reflexionar sobre nuestras vidas, debemos reconocer que muchas veces no somos lo suficientemente agradecidos por las bendiciones que Dios nos da. A menudo nos encontramos lamentando los problemas y las dificultades, olvidando que Dios está con nosotros en todo momento. Pero a pesar de nuestras debilidades, hallamos consuelo el recordar que el mismo Dios que sostuvo a Sus siervos en tiempos pasados, nos sostiene hoy pues Él ha prometido: "Nunca te dejaré ni te desampararé" (Hebreos 13:5).
El amor de Dios no cambia; Su misericordia permanece inalterable. De Sus inescrutables riquezas nos da lo suficiente y aún más para que podamos resistir en los días malos. Esto será así hasta el fin del siglo, hasta que el Señor venga por nosotros, lo cual esperamos con ansias.
Por tanto, animémonos unos a otros con estas palabras: "El Señor viene pronto", "El Señor está con nosotros", "El Señor es nuestro Fiel y Buen Pastor". Él nos conduce por verdes pastos y nos hace reposar junto a aguas tranquilas cada día. En Su providencia perfecta, nos alimenta, nos cuida, nos da fuerzas y nos levanta por encima de las olas de los problemas y las circunstancias diarias. Si confiamos en Él, no solo descansaremos en nuestras almas y estaremos en paz, sino que también veremos cómo Dios hace que cada cosa que nos acontece sea para nuestro bien.
A través de las pruebas y las duras batallas, nuestro carácter se fortalece, nuestra fe crece, y nuestro conocimiento experiencial en el Señor aumenta. Nuestro testimonio se enriquece, y nuestro amor y gratitud se profundizan. Así, nos convertimos en mejores adoradores, llenos de razones para alabar a Dios. Porque después de las pruebas, caminamos como viendo al Invisible, sabiendo que lo temporal es pasajero, pero lo eterno perdura para siempre. Debemos mirar hacia lo eterno, hacia lo alto, hacia el Trono de Dios, donde Cristo está sentado a la diestra del Padre, esperando que todos Sus enemigos sean puestos por estrado de Sus pies. Y mientras tanto, cada día se van agregando a su granero celestial todos Sus elegidos de todo pueblo y lugar. ¡Bendito sea Su santo Nombre!
Cada día, al amanecer sus misericordias son nuevas, y al caer la tarde Él ha permanecido Fiel a sus promesas para con los suyos. Si miramos hacia atrás en nuestras vidas, hasta donde nuestra memoria alcance, veremos que el bien y la misericordia nos han seguido en cada uno de nuestros pasos, nunca hemos estado solos. Y así será hasta el fin de nuestros días aquí en la tierra, y luego, en el día sin fin, gozaremos de las delicias que el Señor nos ha preparado en la casa del Padre, el lugar de nuestra residencia por los siglos sin fin, y allí, adoraremos a aquel que nos redimió y nos hizo suyos para siempre.
Así que:
“sed agradecidos.” (Colosenses 3:15)
Un breve testimonio del hermano George Müller, quien llegó a atender unos 10 mi huérfanos durante su vida, construyendo varios orfanatos.