
En Isaías 55 y 58, el profeta hace un llamado a su pueblo para. que renuncie a sus pensamientos y sus caminos y regrese a Dios, cuyo ideal para su felicidad es mucho más elevado que el de ellos. Perdona misericordiosamente y luego insiste en que los perdonados sean misericordiosos, en armonía con el espíritu del Día de la Expiación y el sábado, porque el don del perdón de Dios, si se lo recibe verdaderamente, transforma el corazón.