
En la madrugada del 17 de julio de 1918, bajo órdenes del Soviet de los Urales, un grupo armado comandado por Yakov Yurovsky ejecutó a toda la familia imperial y a sus sirvientes.Según los informes, el asesinato fue caótico, con disparos, bayonetazos y sufrimiento prolongado. Los cuerpos fueron mutilados, quemados parcialmente y enterrados en fosas anónimas para impedir su identificación. El objetivo era claro: evitar que los restos se convirtieran en símbolos monárquicos o motivaran movimientos contrarrevolucionarios.