
Dicen que soñar no cuesta nada, pero la verdad es que soñar sin actuar puede salir carísimo. En este episodio hablo de por qué los sueños que no se trabajan terminan convirtiéndose en frustración, cómo el tiempo se encarga de pasar factura cuando postergamos lo que queremos y por qué el momento perfecto nunca llega. Este es un recordatorio directo: no gana el que más sueña, gana el que se atreve a actuar.