
Se debe un viaje sola a París. Y sé que lo hará porque Anna hace todo lo que se propone. Un episodio en el que conocer a fondo su historia. La suya. No solo como madre. La de una mujer que necesitaba encauzar una fuerza arrolladora que le ha hecho vivir de forma tan intensa su pasado y su presente. Cómo cambió de rumbo para enfrentarse a una misión compleja de iniciar: ser mujer empresaria en un mundo que parece -aunque avancemos despacio- pertenecer a los hombres. Y cómo ha conseguido crear su propio mundo rodeada de mujeres para, además, acompañar profesionalmente -entre otros muchos creadores de contenido- a sus hijos: Alex Domenech y Aida (Dulceida).
Anna recuerda sus inicios laborales con un cariño especial porque en todo su camino hay aprendizaje. Habla de su historia con la satisfacción de alguien que se siente orgullosa de lo conseguido, pero confiesa con una honestidad abrumadora, que a su edad aparecen miedos que hasta ahora no había tenido.
Un episodio en el que me quedo sin palabras mirando a Anna con los ojos brillando intentando explicar lo que significa el amor de sus hijos. Uno de los momentos que guardaré siempre en mi corazón como uno de los regalos más bonitos que me dio “La Ley del Ojalá”.
Este podcast se graba en un ventanal mágico con vistas a la Gran Vía en el hotel Hyatt Centric Gran Via.
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