
Divagar con Eduardo Navarrete ha sido un regalo. Seguir la linea de tiempo fue imposible porque Eduardo es así. Imprevisible, un tornado y una persona con una personalidad arrolladora. Pero mi único plan con él era disfrutar de su historia, conocerle un poco más de verdad y saber qué esconde detrás de esa energía y de esa luz tan especial. Y era exactamente lo que intuía. Un niño que lo tenía claro, la búsqueda de desarrollar todo su talento en cualquier faceta que se lo permita y un corazón lleno de espacio para el cariño de gente que quiera pasarlo bien. Alguien que cuando se emociona, lo hace tan de verdad que te conmueve. Al que le brillan y humedecen los ojos cuando habla de aquella llamada en la que le confirmaron que formaba parte de Masterchef Celebrity. Y una persona tan honesta y generosa que fue casi imposible decidir cuándo acabar esta entrevista. La visita de Eduardo Navarrete ha sido un regalo.
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