
En el siglo XVIII español, la alimentación reflejaba de forma nítida las desigualdades sociales. Aunque el crecimiento económico trajo cierta prosperidad, las crisis de subsistencia y las guerras, como la de la Independencia, provocaron frecuentes hambrunas. Comer no era solo necesidad: era identidad, jerarquía y símbolo cultural.
Distinción Social en la Mesa
La nobleza y la corte, influenciadas por la cocina francesa y en menor medida italiana, disfrutaban de menús refinados, mientras que el pueblo se alimentaba principalmente de puchero, pan y vino. Comer bien era un signo de estatus. Jovellanos y Feijoo describieron cómo los pobres gastaban casi todo en comida, mientras los ricos invertían en productos de lujo: té, café, azúcar, chocolate o vinos generosos.
La Tríada Básica: Pan, Vino y Carne
Alternativas Alimentarias
Legumbres, huevos, queso, pescado, verduras y fruta completaban la dieta, aunque muchos los veían como alimentos menores, difíciles de digerir. Feijoo los defendía por su valor nutritivo. La fruta, pese a las recomendaciones médicas, era muy consumida, tanto fresca como conservada.
Alimentos Americanos
El siglo vio la integración plena de productos del Nuevo Mundo.
La Mesa del Rey
Carlos III comía solo ante su corte, con un ritual severo y cortesano. Aunque tenía acceso a una gran variedad de platos, prefería una dieta austera y repetitiva: sopa, carne asada, huevo, ensalada y vino con pan tostado. Su desayuno, como el de muchos, consistía en una taza de chocolate.
Ciudades y Pueblos: Contrastes Locales
En Madrid, el pueblo vivía del pan y el cocido; solo los acomodados podían permitirse extras. Los panaderos comían cocido con carne barata y pan abundante.
En Cataluña, las diferencias eran notables. En Barcelona, los ricos comían carne, arroz, pescado y fruta; los pobres, menudos, tocino, legumbres secas y pescado salado. En la costa, como en Vilanova i la Geltrú, la dieta era más rica y variada incluso para las clases humildes, gracias al acceso al mar y a una tradición culinaria festiva con platos típicos en Navidad, Carnaval y Difuntos.
El Campo y la Miseria
La vida rural era dura. Los campesinos del norte comían pan negro, berzas, legumbres pobres y productos lácteos en cantidades mínimas. Feijoo los describe como hambrientos, malnutridos y mal vestidos.
La Dieta del Soldado
La tropa comía mal: pan de baja calidad, algo de tocino o arroz, y apenas una comida al día hasta 1766. Un informe del mariscal O’Reilly motivó una reforma que permitió una segunda comida, pero la dieta siguió siendo precaria. Solo los oficiales comían bien y contaban con cocineros.