
Carlos V, de linaje predominantemente ibérico, heredó un notable prognatismo que le dificultaba masticar, así como una voracidad alimentaria propia de la corte borgoñona. Su apetito fue descrito como “pantagruélico” por su abuelo Maximiliano y su padre Felipe el Hermoso, cuya muerte se atribuyó probablemente a una infección tóxico-alimenticia.
A pesar de sufrir ataques de gota desde 1528 y recibir prescripciones médicas que exigían una dieta estricta, Carlos V jamás restringió su alimentación. Uno de sus platos predilectos era la olla podrida, con hasta trece tipos de carne. Tal era su glotonería que el Papa Julio III le concedió en 1554 una bula que lo dispensaba del ayuno eucarístico, lo cual parece haber agravado aún más su desmesurado apetito. Su ayuda de cámara, Guillermo Van Male, y el secretario del embajador inglés, Richard Morysine, registraron esta inclinación con asombro.
Esta íntima relación con la comida pudo haberle puesto en contacto con el Libre de coch, célebre recetario medieval atribuido a Ruperto de Nola, cocinero mayor en la corte del rey Fernando I de Nápoles. El libro, escrito en catalán y publicado por primera vez en Barcelona, circulaba ya en tiempos de Carlos V, quien llegó a dicha ciudad en febrero de 1519.
Se considera “muy posible” que la traducción al castellano del Libre de coch, titulada Libro de Guisados manjares y potajes, haya sido promovida por el propio emperador. La primera edición en castellano (Toledo, 1525) muestra en portada el escudo imperial, lo que refuerza esta hipótesis. Además, el historiador Manuel de Leza considera “seguro” que Carlos I fue el impulsor de la edición de 1529 en Logroño, impresa por Miguel de Eguía, cuando el monarca se hospedó en el palacio del alcaide Diego Pérez Dávila, editor de la obra. Según Leza, a instancias del rey, se habrían incorporado recetas típicas de la cocina riojana.
El Libro de Guisados de Nola es fundamental para conocer la cocina catalana y aragonesa del Renacimiento. Aunque es esencialmente un recetario, contiene una amplia sección inicial dedicada a la organización doméstica de las casas nobles y reales. Describe detalladamente las funciones y cualidades del trinchante, cocinero, despensero, mayordomo, maestresala, camarero, guardarropa, copero y veedor, junto con consideraciones sobre el gobierno del hogar, la economía, la gula, el trato a la mujer y la diligencia en el servicio.
El libro fue el primero en imprimirse tanto en catalán como en castellano y conoció numerosas ediciones durante el siglo XVI, con títulos como Libro de guisados manjares y potajes, intitulado libro de cozina (1544). Su difusión alcanzó no solo la Península, sino también Flandes e Hispanoamérica. Esta amplia circulación indica el creciente interés social por el arte culinario y la voluntad de elevar la calidad de la mesa.
Al divulgar modelos de organización y recetas antes restringidos a la élite, el Libro de Guisados contribuyó a la difusión de una cultura gastronómica renacentista y al refinamiento del gusto en los territorios de habla hispana.