
Cuando Akio tenía 24 años, los estadounidenses tiraron la bomba atómica de Hiroshima. “El futuro nunca había sido tan incierto—Japón nunca había perdido una guerra—y solo un joven podía ser optimista”.
Akio, joven y optimista, concluyó:
Esta no es la historia de un niño pobre de Japón que luchando por salir de la miseria, sino la de alguien que, habiendo nacido con privilegios, eligió no conformarse y dedicar su vida a servir a su país.
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