
Hay fuegos que vienen del enemigo…
pero hay otros que vienen de Dios.
Ezequiel ve una espada, un horno y una nación que se consume por dentro.
No porque Dios la odie,
sino porque la ama demasiado como para dejarla impura.
En Ezequiel 21 y 22, Dios corta, confronta y purifica.
Su fuego no destruye: revela lo que estaba oculto.
Y en 1 Pedro 4, el apóstol nos recuerda:
“No se sorprendan de las pruebas de fuego… alégrense, porque su fe está siendo refinada.”
🧠 Desde la neurociencia espiritual:
la incomodidad es el laboratorio del cambio.
Así también el fuego de Dios — no llega para castigarte,
sino para revelar lo que realmente eres.
💭 Lo que el fuego toca, no se pierde.
Se purifica.
Y lo que Dios purifica… nadie puede apagarlo.
“El fuego no te destruye; te revela.”
🎧 Escucha este episodio y descubre cómo los procesos que más duelen
pueden ser, en realidad, el taller donde Dios está puliendo tu propósito.