
Marta
Una noche que vi la gente al frente, en el puentecito
que hay en frente de mi casa, con un techo,
estaba lloviendo, mucho frio.
Vi algunas personas y se me ocurrió abrir la caseta donde guardamos el carro.
Metimos algunos plásticos, algunas colchonetas, y unas cobijas
y metimos esta gente en este lugar.
En mi casa, desapareció la sala, el comedor. En la cocina, había muchísima gente.
Y eso es casi todos los días que tengo que ocupar cualquier espacio en mi casa
para no dejar a una mujer o a un niño a la fuera, en la calle, a la intemperie.
Nosotros no hemos tenido un día de descanso.
Vamos de diciembre a diciembre.
Lo que más me impulsa es de ver que son niños muy vulnerables,
niños muy pequeñitos, mujeres que recién han dado la luz,
mujeres que traen niños prematuros, enfermos, niñas con niños.
Y que nadie le dé una mano, que nadie le dé un alimento. O sea, para mí,
eso es inaudito porque mucha gente tiene como hacerlo y no lo hacen.
Y no lo hago como un sacrificio, de verdad que lo hago con mucho cariño,
con convicción y no sé si algún día ya no están,
creo que me iré a sentir un poco sola.
Grabaciones de testimonios por cortesía de ACNUR, R4V, RET y OIM.