
En este episodio de Jugando el Juego, reflexiono sobre uno de los procesos más dolorosos y transformadores: dejar ir relaciones que ya no nos hacen sentido.Hablo de esa culpa que sentimos cuando nos alejamos de amistades, parejas o incluso vínculos familiares que alguna vez fueron parte esencial de nuestra vida, pero que hoy ya no nos expanden. De cómo nos resistimos a soltar por miedo a perder, por temor a quiénes seremos sin esos vínculos, o por sostener personajes que ya no queremos habitar.Soltar no siempre significa dejar de amar. Muchas veces sigue existiendo el cariño, pero entendemos que nuestro camino y el de esa persona ya no coinciden. Reconocerlo y permitirnos liberar ese espacio no es egoísmo: es un acto profundo de amor propio y respeto hacia nuestra nueva versión.Cuando soltamos, hacemos espacio para lo nuevo: vínculos que nos nutran, relaciones que nos eleven y personas que vibran con el momento que estamos viviendo.