
Moisés anhelaba ver la gloria de Dios, un deseo profundo y sincero por conocer a su Creador más íntimamente. A pesar de la desobediencia del pueblo, él intercedió fervorosamente, y Dios le prometió su presencia. Dios no permitió a Moisés ver su rostro, pero sí su espalda, simbolizando que podemos conocer algo de Dios, pero no completamente en esta vida. Jesús, en el Nuevo Testamento, reveló al Padre plenamente. Ver a Jesús es ver a Dios. Esta lección nos invita a buscar más de Dios, reflejar su gloria y vivir con la esperanza de verle cara a cara algún día.