
Al ver que Moisés tardaba en regresar, los israelitas cayeron en desesperación y fabricaron un ídolo, demostrando su falta de confianza en Dios. Esta historia muestra cómo el ser humano, cuando no percibe la acción divina, tiende a buscar soluciones humanas.
Sin embargo, también revela el corazón intercesor de Moisés, quien rogó por el pueblo y reflejó el carácter de Cristo. Jesús es el verdadero Intercesor, el que dio su vida por una humanidad que muchas veces lo rechaza. Cada persona está llamada a confiar en Dios incluso en medio de la espera, y a ser un puente de gracia y oración para otros, tal como Moisés lo fue.