
Gustavo Sánchez Cabrera era un reportero independiente en el Istmo de Tehuantepec, que se dedicaba a cubrir el tráfico de hidrocarburos en la región, nota roja, y denuncias de corrupción contra funcionarios locales. Gustavo había recibido amenazas debido a su trabajo por varios años: mensajes intimidatorios, allanamientos a su casa, e incluso atentados armados. Aunque reiteradamente intentó solicitar apoyo del Mecanismo de Protección a Periodistas, el periodista nunca recibió la atención que su caso exigía. Esta es la historia de un comunicador al que el Estado le falló una y otra vez en su promesa de protección.