
“¿Traerá el hombre provecho a Dios? Al contrario, para sí mismo es provechoso el hombre sabio. ¿Tiene contentamiento el Omnipotente en que tú seas justificado, O provecho de que tú hagas perfectos tus caminos?” Job 22:2-3.
De esto entendemos que Dios no nos necesita. Nosotros somos los que lo necesitamos. Él no se ve afectado por nuestra maldad o por nuestra justicia. Esto solo pueden afectar a las personas, nuestros semejantes.