Los que están aquí sobre la tierra están en una tierra extraña; son peregrinos y extranjeros, y todos están viajando, y el cielo es su centro donde todos cuidan.
Jonathan Edwards, “Misceláneas 429: Ascensión”
La idea de una peregrinación al cielo como el marco para captar la espiritualidad es uno de los grandes énfasis de la teología puritana. Del mismo modo, Jonathan Edwards se centra en la imagen de ser un peregrino en una tierra que no es realmente nuestro hogar.
Este uso del idioma del viaje plantea preguntas sobre hacia dónde nos dirigimos y cómo nuestro destino informa cómo viajamos. La iglesia ha entendido históricamente nuestro destino como el cielo o el infierno.
Para Edwards, el cielo y el infierno no son simplemente lugares, sino realidades cuyos poderes se conocen ahora. El cielo y el infierno son alimentados por el amor y el odio respectivamente. El cielo es un mundo de amor, un reino de belleza donde la fe, la esperanza y el amor conocen su realización en una familia de personas unidas por el Dios de amor.