El consejo de Dios es una fuente que no se agota, la voz de Dios es una llama que no se apaga. Todos los días se renueva la pregunta para todos los que están agobiados y cansados por recorrer caminos herrados.
El consejo de Dios exige una respuesta de corazón que incluye el cuerpo, porque las intenciones son manifiestas en nuestras acciones.
Nosotros conocemos en parte, pero quién nos diseño nos puede dar un consejo completo; porque nos conoce como originalmente fuimos conocidos.