
No nos gusta admitir cuando estamos confundidos. ¡Especialmente a los hombres no les gusta admitir esto! No está en mi naturaleza decir, “¡Oigan, estoy perdido!” y detenerse para pedir indicaciones. Ese es el por qué, cuando se trata de conocer la voluntad de Dios, es necesario admitir que estamos confundidos y necesitamos dirección.