
Aunque Dios podría transformarnos instantáneamente, ha elegido desarrollarnos lentamente. Jesús fue cuidadoso en el desarrollo de sus discípulos, así como Dios permitió que los israelitas tomaran la Tierra Prometida "poco a poco" para que no se sintieran abrumados (véase Deuteronomio 7:22). Él prefiere trabajar paso a paso en nuestras vidas.