
David se ha despedido por completo tanto de la corte de Saúl como de su campamento, se ha despedido de su amigo, su hermano, su otro yo, el amado Jonatán; y desde entonces, hasta el final de este libro, es considerado y tratado como un traidor.
Desde este momento hasta la muerte de Saúl, David estuvo huyendo, como un fugitivo que intentaba escapar de un rey malvado. Lo veremos ir de un lugar a otro por su propia seguridad, mientras Saúl lo persigue.
Sus problemas se relatan con mucho detalle en este capítulo y en los siguientes, esto nos debe hacer apreciar los salmos que David escribe durante estos tiempos. De esta manera David se convierte para nosotros y para todos los creyentes en un ejemplo, «de sufrimiento y de paciencia», y por sobre todas las cosas nos hace recordar a Cristo, quien siendo Rey de reyes, alabado y recibido por ángeles en la tierra en su nacimiento terrenal, siendo llamado el Mesías, se humilló así mismo y, fue exaltado en gran manera.
Iglesia Bíblica Petra
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