En este episodio continuamos con la historia de Saúl y el pueblo de Israel.
Tras la derrota de los filisteos en Micmas por Jonathan y su escudero, Israel habría podido obtener una victoria completa… pero apartaron su mirada de Dios.
Ahora, los filisteos se reorganizan y vuelven a la batalla, trayendo a su campeón, un gigante destinado a infundir temor en los israelitas. Este ataque no es casual: ocurre en un momento de crisis espiritual para Saúl, cuando el Espíritu de Dios lo ha abandonado y un espíritu maligno lo atormenta.
Las consecuencias de alejarse de Dios son evidentes:
El enemigo desafía abiertamente al pueblo de Dios.
Invaden territorio israelita.
Incluso acampan en tierras pertenecientes a Judá.
Un claro recordatorio de que la batalla física y la batalla espiritual están profundamente conectadas, y que apartarse de Dios abre la puerta al temor y a la derrota.
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