
Todos los hombres y mujeres de la historia se encuentran bajo la ira o la guía del Cordero, sin excepción.
Es difícil imaginar un cordero enojado, ya que es uno de los animalitos más mansos que Dios creó, pero la paciencia de Cristo tiene un final, debido a dos razones:
1. Para demostrar su amor hacia sus fieles, cumpliendo todas sus promesas a los que le obedecen.
2. Para demostrar su justicia hacia los rebeldes, cumpliendo todas sus advertencias a los que desobedecen.