
Viviendo los últimos tiempos.
2 Pedro 3:1 Queridos hermanos, esta es ya la segunda carta que les escribo. En las dos he procurado refrescarles la memoria para que, con una mente íntegra, 2 recuerden las palabras que los santos profetas pronunciaron en el pasado, y el mandamiento que dio nuestro Señor y Salvador por medio de los apóstoles. 3 Ante todo, deben saber que en los últimos días vendrá gente burlona que, siguiendo sus malos deseos, se mofará: 4 «¿Qué hubo de esa promesa de su venida? Nuestros padres murieron, y nada ha cambiado desde el principio de la creación». 5 Pero intencionalmente olvidan que desde tiempos antiguos, por la palabra de Dios, existía el cielo y también la tierra, que surgió del agua y mediante el agua. 6 Por la palabra y el agua, el mundo de aquel entonces pereció inundado. 7 Y ahora, por esa misma palabra, el cielo y la tierra están guardados para el fuego, reservados para el día del juicio y de la destrucción de los impíos. 8 Pero no olviden, queridos hermanos, que para el Señor un día es como mil años, y mil años como un día.
¿Si tú supieras que Cristo viene mañana cambiarías tus planes?
Una de las personas que murieron estaba cuando salió de la casa y voy a hacer esto construiré esto etcétera etcétera y nos damos cuenta uno de los familiares del cristiano nos damos cuenta que así es la vida hoy vivimos hoy en la tarde hoy en la noche o mañana ninguno sabe si vamos a amanecer nadie sabe todas las personas salimos al mundo y con proyectos y visiones y trabajo etcétera etcétera cuando lo más importante es que todos estamos condenados somos como una lista de reos condenados a muerte porque algún día tenemos que entregarle cuentas a Dios