
Dios es nuestra ayuda seguraSalmo 121:1 Alzaré mis ojos a los montes;
¿De dónde vendrá mi socorro?
2 Mi socorro viene de Jehová,
Que hizo los cielos y la tierra.
El salmista comienza su canción levantando los ojos.
Esta es una imagen de búsqueda, de necesidad. No está mirando con autosuficiencia, sino con vulnerabilidad.
La pregunta que plantea no es retórica, es existencial: “¿De dónde vendrá mi socorro?” En otras palabras: ¿Quién me ayudará cuando esté en peligro, cansado o perdido en el camino?
Este versículo revela que la verdadera fe comienza cuando reconocemos nuestra necesidad de ayuda. El que no se sabe necesitado no busca socorro; pero el que reconoce su fragilidad, busca hacia lo alto.
Este gesto de levantar los ojos muestra que el salmista sabe que su solución no está en sí mismo ni en lo que lo rodea. Es un acto de humildad espiritual.
¿Cuántas veces buscamos primero la ayuda en los recursos humanos, en las finanzas, en la influencia, en nuestras habilidades, antes de mirar hacia arriba?
Este versículo nos invita a vivir una vida de dependencia deliberada de Dios, reconociendo que nuestras fuerzas no bastan.
El salmista no está diciendo que los montes son malos, sino que no son la fuente de su socorro. Solo el Creador puede sostenernos en el camino. Hay una distinción crucial entre la creación y el Creador.