
En una sociedad mediada por tradiciones arcaicas o milenarias, tendencias modernas que banalizan preceptos filosóficos para adecuarse a la informalidad y ligereza propias de un tiempo saturado de contenidos cortos en redes sociales, las relaciones y el proceder del individuo en su devenir y la forma en que interactúa con sus pares (pareja, amigos, compañeros) generan angustias, incertidumbres, tensiones y ansiedades debido a la disparidad en los objetivos que se buscan al entablar vínculos afectivos con otras personas. Estas intersubjetividades se distorsionan por las carencias, apegos, faltas de cada uno de los sujetos envueltos en la relación. Al no haber una finalidad clara en los objetivos de las relaciones, llegan los desencantos y las decepciones. ¿Es posible negociar relaciones afectivas más tranquilas y sanas, casi mundanas, mediante la estructuración de contratos y cláusulas que predeterminan los fines casi utilitaristas en una amistad o una relación amorosa?