
Desde muy pequeños, nos hacemos conscientes de la importancia del color en nuestras vidas. Nos comunica signos y símbolos de alerta hasta componentes emocionales que nos pueden traer placer o nostalgia. Podríamos decir que el color implica un proceso complejo cerebral de abstracción, así como una herencia ancestral en nuestro ADN. Éste determina nuestra capacidad para detectar el espectro de la luz visible a través de los pigmentos. Igual que con el amor, nos podríamos preguntar sobre la existencia del color como fenómeno físico y cultural. ¿puede el color generar reacciones determinadas en cada individuo? ¿Puede el color exacerbar emociones y llevarnos a extremos violentos como defender un color de un equipo de fútbol, o establecer jerarquías y segregaciones por el color de la piel?