
Es importante entender que el restaurante no es solo un espacio donde se sirven comidas, sino un lugar donde se crean experiencias. El estado emocional del equipo influye directamente en la atmósfera del lugar y en cómo los clientes perciben el servicio. Por ello, dedicar tiempo y recursos a la capacitación emocional es una inversión inteligente para el crecimiento y la estabilidad del negocio. Al final del día, lo que hace que un cliente vuelva no siempre es solo el sabor de la comida, sino cómo lo hicieron sentir durante su visita.