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PERDIDOS EN EL LABERINTO.
Aún y cuando una persona está segura de hacia dónde va y cuál será el capítulo final de su vida, encontrará etapas donde difícilmente viéndose parado frente al espejo podrá decir: “Esto es lo que siempre soñé”.
He conocido a decenas de personas que dicen tener un sueño, pero lo que tienen son expectativas de vida. He conocido a decenas de personas que confunden sueños con metas. He conocido decenas de personas que sólo tienen expectativas limitadas de progreso para sus próximos e inmediatos años. He conocido decenas de personas que al preguntarles: ¿Qué esperas haber alcanzado cuando seas anciano? simplemente se encogen de hombros y dicen: “Ni siquiera sé que seré la semana que viene”.
Conozco muy pocas personas que al preguntarles: ¿Cómo podrías impactar a tu entorno o cambiar las cosas que te rodean? inmediatamente cambian el semblante y con un brillo en los ojos dicen: “¡YO TENGO UN SUEÑO!”
Si tú eres uno de esos que anhelan un sueño con pasión esto es para ti: Dios es especialista en hacernos ver el capítulo final de las cosas que tiene para nosotros con extremo detalle, pero con imprecisión de los asuntos o pormenores que te encontrarás en el camino.
También debo decirte que durante ese camino hacia la meta habrá días donde sentirás literalmente que estás en un laberinto donde sólo ves paredes blancas y esquinas que parecen llevar siempre al mismo sitio y te sentirás cansado… Es probable que sientas que debes detenerte y pensar, y sólo escucharás el mudo sonido del silencio.
En esos días recuerda que los laberintos siempre tienen el cielo abierto y que aunque durante algún tiempo hayas dejado de mirar hacia arriba queriendo salir tú mismo de ahí; te aseguro que mirando hacia arriba, pero de rodillas (aunque suene irreal) verás la mano del creador extendida hacia ti y oirás una voz clara que te dirá: "Hijito amado estoy aquí contigo ¡No temas! Este laberinto tiene orden de dejarte salir, espera la señal y oye mi dirección"
¡Nunca dudes que hasta los laberintos son de Dios!
