Desde sus primeros cortometrajes, Michel Franco ha demostrado que no es un cineasta que busca la comodidad ni el consenso. Con un estilo inconfundible y un ojo quirúrgico para la tensión, su cine se sumerge en lo más oscuro de la memoria, la violencia y las dinámicas de poder, siempre con una frialdad que resulta incómoda… y fascinante.

Autodidacta, pero con una visión clara desde el principio, Franco ha recorrido el mundo con sus historias, dejando su huella en festivales como Cannes, Venecia y Berlín. Desde Después de Lucía hasta Memory, sus películas han provocado debates acalorados sobre la sociedad, la familia y la violencia estructural, y aunque la taquilla no siempre le ha sido fácil, su cine sigue impactando y desafiando al espectador.

Colaborando con artistas como Jessica Chastain, Tim Roth y Nailea Norvind, Michel Franco ha construido una filmografía que no se anda con rodeos, donde cada plano está diseñado para incomodar, cuestionar y resonar. Hoy hablamos con él sobre su proceso, su evolución y su forma de entender el cine.

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