
Cada verano España se enfrenta a la misma sombra: el fuego. En Cáceres hemos visto en pueblos como Jarilla, Aliseda, Hervás, La Garganta o Casar de Cáceres a hombres y mujeres convertidos en improvisados bomberos, mientras en el monte, ese compañero silencioso de nuestra historia, se consume en minutos lo que ha tardado siglos en crecer.
Y es que el precio del fuego sigue siendo demasiado bajo…