
Cuarenta y ocho horas antes de su boda con la actriz peruana Micaela Belmont, conversé con Fernando Palazuelo en el Palacio de Godoy, hoy hotel de la Curio Collection by Hilton.
Hablamos de su pasado y de su futuro: del deseo de abrir el edificio a los cacereños, de devolver al centro histórico la vida que un día le perteneció.
Desde aquella charla nace esta reflexión sobre una ciudad que se busca a sí misma entre la piedra y el aire. Cáceres necesita abrir sus puertas igual que el Palacio de Godoy: a la convivencia, al comercio local, a la modernidad con raíces.
El episodio recorre la Ciudad Monumental como si fuera un organismo vivo, un sésamo de historia y presente. Habla de Atrio, del valor de la cercanía, del peligro de convertir la belleza en museo, de la necesidad de mantener la ciudad habitada y no solo admirada.
Porque el verdadero sésamo de Cáceres no son sus piedras, son sus vecinos.
Y cuando el visitante se siente parte, la ciudad vuelve a respirar.