
La rivalidad fraterna, celos, envidia, sensación de que hay un intruso es normal: así como el amor, la admiración, la complicidad. El otro es mi yo ideal y también mi sombra. A veces esta rivalidad es sintomática, ya que se hace muy difícil la convivencia y la cotidianidad; esto indica que debemos revisar la dinámica familiar, las proyecciones sobre los hijos y el significado que tiene cada uno de mis hijos en mi vida.