
Desde que somos niños podemos empezar a tomar conciencia de nuestros sentimientos de envidia, celos, cómo nos peleamos por el amor de los padres; porque cuando no tomamos conciencia de esto, podemos sentir ansiedad por miedo a que se nos salgan los monstruos que tenemos adentro, tener un complejo de exclusión o identificarme con la víctima o victimario.