
En esta Gema recordamos que Jesús pudo elegir el aplauso, pero escogió la cruz. Cuando tuvo ante sí la posibilidad de evitar el dolor, eligió el camino que daba vida a muchos. Porque el amor verdadero no busca comodidad, busca propósito.
Él vio más allá del sufrimiento… vio el fruto eterno de su entrega.