
En un tiempo donde los reyes decidían el destino de los hombres, un humilde molinero y su familia demostraron que la justicia puede ser más fuerte que el poder.
Años después, el heredero del molino —ya en medio de dificultades económicas— escribió con respeto al rey, recordándole la integridad de sus antepasados.
Y lo que ocurrió después fue una lección eterna sobre nobleza, compasión y gratitud.
Que esta historia nos recuerde que el bien sembrado con rectitud siempre da fruto, aun en generaciones futuras.